CAÑONES GRIEVE EN GUERRA DE 1879 EN PERÚ - RESUMEN

Cañones Grieve En Guerra De 1879 

El Perú estaba desarmado y era necesario trabajar en todos los frentes para suplir de alguna manera tal vacío. Algunas armas pudieron trasportarse a través de Panamá, gracias a la actividad desplegada por nuestra marina de guerra, pero todo resultaba poco para hacer frente al enemigo. En Arequipa, el médico José Antonio Morales Alpaca fabricó cañones para nuestro ejército, dos de los cuales se exhiben en el museo limeño de los Combatientes de Arica. En Lima el ingeniero Grieve realizó igual tarea. En los diarios de aquella época se habla también de los cañones Witte. Tanto los Grieve como los Witte fueron usados en la defensa de Lima, como es fácil comprobar, en el parte que suscribió el general Pedro Silva el 28 de enero de 1881 dirigido al capitán de navío Aurelio García y García, que se desempeñaba como secretario general de Nicolás de Piérola. Sobre cañones, pruebas y calidad escribieron los cronistas de El Nacional el 5 y el 16 de marzo de 1880. 

Leamos la primera nota: “Cañón Grieve. El cañón que se probó ayer en Ancón ha sido construido bajo la dirección del ingeniero peruano don Juan Grieve, en la factoría del ferrocarril de La Oroya. Es en todo igual al cañón Krupp de montaña que se exhibió en las exposiciones de Filadelfia y Viena, diferenciándose únicamente de este en ser de bronce con un tubo de acero templado que forma el ánima, Tanto en la prueba de ayer, como en la del martes, el resultado fue completamente satisfactorio a pesar de estar inconcluso. Ayer se obtuvo un alcance de 4,500 metros con un montaje provisional e inadecuado, teniéndose la seguridad de que el alcance será mayor tan luego como esté montado en su cureña en la que se le podrá dar mayor elevación. El calibre es de sesenta milímetros, la longitud del ánima noventa centímetros y pesa diez arrobas trece libras, una menos que el cañón que se construyó en la Piedra Liza, teniendo este último menor longitud y calibre”. 

La segunda decía: “Prueba los cañones Witte y Grieve. Ayer se efectuó en la pampa del Pino la prueba comparativa de los cañones fundidos, respectivamente, por los señores Witte y Grieve, en la Piedra Liza y en la factoría de Bellavista. El resultado ha sido ampliamente satisfactorio, porque todos han adquirido el pleno convencimiento que la república puede dotar a sus ejércitos de una artillería tan excelente y numerosa, cual lo exige la magnitud de la guerra en que estamos comprometidos, y la vasta organización militar del país. Solo conviene que inmediatamente se proceda a la fabricación de cañones en grande escala, adoptando el sistema más seguro y de más ventajosos resultados como sucede con los de Mr. Witte, según lo acredita la experiencia en las numerosas pruebas que se han hecho en las pampas de Amancaes, Conchán y Tebes. Con el único cañón fundido por Grieve, se hizo cinco tiros, con ocho onzas de pólvora y nueve grados de elevación, aumentando esta hasta veintiún grados, a un blanco colocado a dos mil metros de distancia, y el resultado fue que las balas todas huecas se aproximaron, pero ninguna alcanzó al blanco con excepción del tiro que tuvo veintiún grados, advirtiéndose en todos los tiros una notable desviación de muchos metros sobre la derecha del objetivo a que se dirigían. Con este de Grieve se han hecho ya catorce tiros, nueve en Ancón y cinco ayer en la pampa de Tebes, habiéndose observado escape de gases eh el cañón al tiempo de disparar. Sigue la prueba con los cañones de Witte, que ya tiene fundidos dieciséis, aunque en la pampa solo había cuatro. El primer tiro se hizo con un cañón que ya ha sido suficientemente probado, y computando el fuego que con él se ha hecho en Amancaes y Conchán excede de cincuenta el número de tiros. La carga fue de siete onzas, bala sólida, ocho grados de elevación, y dos mil metros de distancia y el proyectil, después de haber pasado el blanco, dio dos rebotes a una considerable distancia. Continuó con este mismo cañón y los otros tres, alcanzándose el mismo satisfactorio resultado, hasta la hora en que lo permitió la luz del día. 

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