UN SUEÑO SE HIZO REALIDAD CUENTO

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Como todos los días a la hora del recreo, Luis mira a sus compañeros de aula cómo juegan alegremente su partido acostumbrado. A él, le gustaría jugar alguna vez con ellos; pero José, que es el dueño de la pelota y capitán del equipo, nunca deja que participe. Afirma que no sabe patear la pelota y que jamás podrá ser delantero.

No sé por qué lo dice, si nunca lo ha visto jugar. Quizá lo diga porque es pequeño y algo delgado.

Cuando termina el recreo todos los niños regresan a sus aulas contentos, pero Luis no.

Ya se acercaba el aniversario del centro educativo y era costumbre, en esta fecha, realizar un mini campeonato de fulbito entre todas las secciones.


El día lunes, el profesor de educación física ingresó al salón de clase. Nos dijo que el campeonato de fulbito se llevaría a cabo los días jueves y viernes de la próxima semana. Esta noticia entusiasmó mucho a los niños que rápidamente organizaron el equipo.

Luis estaba triste porque sabía que no participaría, pues José no lo iba a poner como titular en su equipo. Sólo podía aspirar a estar en la banca de suplentes.

Llegó el día del campeonato y los diferentes equipos de todas las secciones de primaria estaban defendiendo orgullosamente sus camisetas. El ambiente estaba lleno de contagiante alegría, se escuchaban las barras, los cantos, los hurras, por todas partes.

Ahora le tocaba el turno a los equipos del quinto y sexto grado que tenían que disputarse la copa del campeonato. El partido sería muy reñido pues ambas secciones jugaban muy bien.

No habrían pasado ni quince minutos del inicio del encuentro cuando los del equipo de sexto grado anotaron el primer tanto. Los niños del equipo contrario seguían jugando sin perder las esperanzas, hasta que los de sexto volvieron a anotar otro tanto. Esto desconcertó a todo el equipo de quinto grado, pues ellos estaban muy confiados de ganar el evento.

Cuando faltaban 15 minutos para terminar el partido, el profesor miró la banca de suplentes y vio a Luis que estaba sentado en ella. Acercándose a él, le dijo: "Bueno, Luis, es tu oportunidad, vas a jugar". Luis se alegró muchísimo, muy entusiasmado ingresó al campo y continuó el partido.
Luis jugaba muy bien, sabía llevar y dar buenos pases con la pelota, hasta que estando cerca al arco rival, patea y gol.
Anota así el primer tanto para su equipo.

Sus compañeros se alegraron mucho y lo abrazaron. Continuó el partido. Faltaban apenas cinco minutos para su finalización y Luis volvió a anotar otro tanto.

Cuando estaban a tan sólo un minuto del pitazo final y parecía que todos los esfuerzos habían sido vanos, Luis anota el tercer tanto.

En ese instante, el árbitro suena el silbato indicando que el partido había terminado con el triunfo de quinto grado.

Todos los demás compañeros del aula salieron corriendo al centro de la cancha a felicitar y alzar en hombros a Luis. Cuando la alegría pasó, José se acercó a Luis y le dijo: "Perdóname amigo por no haberte dado antes la oportunidad de jugar con nosotros.
Yo pensé que no sabías jugar, porque eres pequeño y muy delgado; pero me equivoqué.
Desde ahora, formarás parte del equipo" y dándole un fuerte abrazo ambos se fueron con su demás compañeros.

Anónimo

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