EN LA CAVERNA

EN LA CAVERNA

Al llegar a la gruta que le servía de habitación, el hombre primitivo se detuvo asombrado y molesto.
¿Qué ocurrió?

Otro hombre, tan desnudo e inerte como él, estaba sentado sobre una enorme piedra, junto a la boca de la caverna. Su actitud parecía decir: "He aquí un buen lugar para guarecerse en lo sucesivo del frío y de la lluvia".

El primer hombre contrajo los músculos, rechinó los dientes y avanzó amenazadoramente hacia el "invasor". El intruso, a su vez se puso de pie. Todo su cuerpo estaba en tensión para repeler el ataque.

–¡Deja esa caverna, me pertenece! –decía la mirada cargada de odio, del antiguo morador de la gruta.

–¡Jamás! –respondían, rabiosos, los ojos del otro. Acompañados de furiosos gritos y sonidos.

Ya iban a embestirse cuando un formidable rugido los inmovilizó. Una enorme bestia (trepaba por la ladera). Ya no había tiempo para huir, era necesario intentar, rápidamente, una defensa.

Los hombres se comprendieron con una mirada.
La roca, que un solo hombre no hubiese podido empujar, alcanzó a la fiera antes de que pudiera ponerse a salvo. Herida de muerte, la bestia se arrastró entre los matorrales, lanzando pavorosos aullidos.

Los hombres volvieron a mirarse. El odio había desaparecido de sus ojos.

Entendieron que lo más conveniente era, en adelante, sumar sus fuerzas.

Desde ese día la caverna tuvo dos habitantes.

Adaptación

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