PIEL DE ORO CUENTOS DE ANCASH
PIEL DE ORO
Estaba sentada sobre una roca, en unas pañolerías del cerro San Cristóbal frente a Huaraz, comiendo ávidamente una brizna de paja seca. Oteó a los alrededores y no vio a sus compañeras. El miedo no les permitía salir, ya que el astuto zorro las tenía sitiadas hacía varios días habiendo ya devorado a muchas vizcachas.
Como la necesidad es madre del ingenio, "Piel de Oro", una joven e inteligente vizcachita, tuvo una idea genial para ahuyentar al zorro. Líder por naturaleza puso en marcha un plan secreto.
A algunos kilómetros más abajo de la peñolería, morada de las vizcachas, pacía una manada de ovejas, custodiadas por un perro pastor.
- ¡Que buen aliado - pensó "Piel de Oro", dueña de una agilidad mental y física asombrosa.
Así empezó a organizarlo todo, ordenó a un grupo de compañeras que apilaran piedras, de tal modo que al mover una, todas se vengan abajo. Junto a este morrito artificial cavaron una falsa cueva y desparramaron alrededor un poco de excremento y restos de comida, dando a entender que esta era la morada de las rubias vizcachas.
Mientras tanto el hambre acosaba al zorro, pero él confiaba como siempre en coger a alguna desprevenida.
¡Ya saldrían a buscar alimento, pues no iban a ayunar toda la vida!
"Piel de Oro" reunió a sus compañeras y cual hábil estrategia las arengó vigorosamente concluyendo en que el zorro estaba sólo y ellas eran muchas y uniendo fuerzas derrotarían al malvado.
Dicho esto anunció:
- Ha llegado el día "D".
Apenas el sol asomó sobre los nevados, "Piel de oro" salió sigilosamente, subió a su roca favorita y se puso a repasar todo lo que harían. De pronto escuchó el balido de las ovejas y el ladrido del perro pastor.
- ¡Al ataque! - gritó. Y llamó a sus compañeras y empezó
a ubicarlas:
1) Sobre las piedras apiladas se sentaron haciendo equilibrio, cinco vizcachas gorditas y preñadas.
2) En la parte alta, casi sobre las nieves estaban las más tiernas y apetitosas.
3) Al norte las más maduras y sensatas.
4) Al sur, más expuestas, las más viejas y flacas.
5) Junto a la puerta de la cueva artificial, siete vizcachas jóvenes, soplaban un tiesto de brazas y paja seca.
"Piel de Oro" subió a su roca favorita para dar el silvido que anunciara la batalla, cuando a lo lejos alguien canto:
Ay zorro, zorro
zorro de la puna
qantawan noqatash
nuna chikimantsik
qamtash chikishunki
ushanta suaptiki
noqatash chikiman
wawanta suapti.
Ay zorro, zorro
zorro de la puna
qantawan noqatash
nuna chikimantsik
qamshi kutitsinki
ushanta, millwanta
noqash kutitsishaq
wawanta willkanta.
El corazón le bailó a "Piel de Oro" al escuchar esta linda tonada referente al zorro. Las ovejas ya estaban al pie del cerro San Cristóbal y la voz del perro ya se escuchaba nítidamente. Entonces para provocar al perro y al zorro, nuestra heroína se ubicó en el lugar más visible y se puso a silbar repetidamente. No paso un segundo cuando el zorro apareció, sonriendo de oreja a oreja y relamiéndose los mostachos.
- ¡Oh cuántas dientudas para escoger - gritó. Y se lanzó a todo correr tras las vizcachas. Llegó justo al pie de las piedras apiladas y vio a las vizcachas relucientes y gorditas y de un salto subió tras ellas, cuando el muro se vino abajo. El zorro cayó sobre las brazas ardientes y se le prendió la cola.
Al escuchar todo el ruido el perro subió al vizcachero, vio al zorro aún atontado. Lo cogió y lo tiró cuesta abajo.
"Piel de Oro", se reía de lo lindo y a propósito corrió por medio de las ovejas. El zorro dolido y burlado, vio correr a nuestra heroína y se lanzó tras ella. Cruzaron como los vientos pampas, hoyadas, barrancos, nevados y por fin "Piel de Oro" se metió a la mismísima cueva del zorro y sus zorritos. El zorro entró tras ella sin pensar que su ardiente cola prendería la cama de paja de su familia. Se quemaron el zorro, la zorra y sus zorritos. Y "Piel de Oro" también se quemó un poco, pero sólo eso, un poquito.
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