EL PRINCIPITO Y EL VANIDOSO - RESUMEN
EL PRINCIPITO Y EL VANIDOSO
- ¡Buenos días! – dijo el principito-. ¡Qué sombrero más chusco tiene usted!
-Es para saludar a los que me aclaman –respondió el vanidoso-. Desgraciadamente nunca pasa nadie por aquí.
-¿Ah, sí? –preguntó sin comprender el principito.
-Golpea tus manos una contra otra –le aconsejó el vanidoso.
-El principito aplaudió y el vanidoso le saludó modestamente quitándose el sombrero.
-Esto parece más divertido que la visita al rey –se dijo para sí el principito-, que continuó aplaudiendo mientras el vanidoso volvía a saludarle quitándose el sombrero.
A los cinco minutos el principito estaba cansado de la monotomía de aquel juego.
-¿Qué hay que hacer para que el sombrero se caiga? –preguntó el principito.
Pero el vanidoso no le entendió. Los vanidosos sólo entienden las alabanzas.
-Tú me admiras mucho ¿verdad?- preguntó el vanidoso al principito.
-¿Qué significa admirar?
-Admirar significa reconocer que yo soy el hombre más guapo, el mejor vestido, el más rico y el más inteligente del planeta.
- ¡Si tú estás solo en tu planeta!
-¡Hazme ese favor, admírame a pesar de todo!
-¡Bueno! Te admiro, -dijo el principito encogiéndose de hombros- pero ¿qué te importa eso?
Y el principito se marchó.
-Decididamente, las personas mayores son muy extrañas se decía para sí el principito durante el viaje.
Antoine de Saint-Exupery
(francés)
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