EL NIÑO Y EL PUMA
EL NIÑO Y EL PUMA
Cuando yo era muy tierno todavía, mi madre trabajaba en el campo y dejaba encerrado en la choza hasta que volvía. Pero una vez era muy tarde y ella no había regresado. Yo me puse a llorar. Empujé la puerta de la choza y ésta se abrió, porque no estaba bien asegurada. Salí del pueblo llorando siempre y eché a andar por la chacras y caminos, hasta que llegué al monte. Entonces ví a un puma, que sentado en una roca me miraba fijamente con sus grandes ojos amarillos. Quise correr pero las piernas no me obedecieron. Quise gritar, pero no pude. El puma continuaba muy cerca de mí. Seguramente me desmayé de terror, porque después no recordaba nada. Mi madre se había demorado ese día en la chacra porque tenía mucho trabajo. Cuando volvió tarde y notó que yo había desparecido se angustió mucho.
Alguien había llegado al pueblo con la noticia de que el puma andaba merodeando en torno en los rebaños y mucho se temió que me hubiese devorado. Todos los vecinos se ofrecieron a acompañarla armados de garrotes y de piedras. Cuando llegaron al monte, me encontraron tendido en el suelo y al puma echado junto a mí, sin intentar hacerme el menor daño.
Fue tal la alegría de mi madre, que les suplicó a los hombres que la acompañaban que no tocasen a la fiera, por lo generosa que se había mostrado.
El niño y el puma es un cuento que nos relata lo que le ocurre a un niño al encontrarse solo en el monte con un enorme puma.
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